Waikiki Style
La triste historia de ser surfista en el Mar Mediterráneo

La espera de oleaje puede ser algo verdaderamente traumático para un surfista que viva en el Mediterráneo debido a los largos períodos de inactividad a los que estamos sometidos por la falta de consistencia del oleaje que en ocasiones puede ser de meses sin ver olas y por consecuente sin surfear.


Estos períodos en espera de oleaje son desesperantes, te levantas todos los días mirando mapas y previsiones hasta que un día ves que se aproxima un swell. El corazón se te acelera, llamas a los colegas para avisar que por fin, parece que vienen olas. Hasta ahí todo bien hasta que una vez pasado ese momento de euforia entras en razón y las dudas comienzan a rondar por tu cabeza ya que es habitual que el swell se esfume, desaparezca y que las previsiones fallen.


Así es el mar mediterráneo de caprichoso. De todas formas nunca pierdes la esperanza en que todo va a salir bien y que el swell tarde o temprano llegará para poder disfrutar de una sesion de surf aunque las olas no tengan demasiada calidad.

Por fin llega el día señalado por las previsiones, todas tus ilusiones se pueden hacer realidad o quizas no, sobretodo si se trata de un swell sureño ya que son muy imprevisibles e inconsistentes y hasta que no llegas al spot y ves las condiciones con tus propios ojos no puedes saber a ciencia cierta si hay olas o no.


Mientras vas en el coche hacia la playa la ansiedad aumenta, la duda de si habrá olas se hace cada vez más presente y finalmente cuando llegas al spot elegido (la verdad es que para oleaje procediente del sur hay muy pocos) y ya ves con tus propios ojos lo que hay la tristeza y la decepción te invaden por completo.

El paisaje sería mas o menos este; cien mil tios en el agua peleando por una mierda de ola, una combinación de todas las variedades de surfing tales como SUP, longboard, bodyboard, novatos (rookies) en el pico, la tensión se nota al instante, viene la serie, todos reman a la vez intentando pillar las pocas olas que vienen pero te da igual, has esperado mucho tiempo para surfear así que vas para adentro a pesar de todo.


Ya una vez en el agua intentas pillar lo que puedas o lo que te dejen porque con tantos peleandose por una ola pocas serán las que pilles para ti solo. Aún así te sientes feliz, por fin estás en el mar compartiendo un rato agradable con amigos, naturaleza, olitas y sobretodo sol y buena temperatura.


En el espigón, sentado en las rocas se planta un africano con unos tambores y empieza a tocarlos con marcando un ritmo pegajoso que escuchamos desde el agua y al rato de estar tocando parece que la percusión hace su efecto y empiezan a entrar más seguido las series además de que mejoran bastante las condiciones sobretodo cuando el afrikan comienza a cantar mientras que los que estamos en al agua comenzamos a animarlo con gritos desde el pico.


Por más de una hora estuvimos acompañados por el sonido de los tambores del amigo africano que nos hizo más amena la espera entre serie y serie.

Al final nos lo pasamos bien a pesar de las tensiones en el agua y de que las olas no eran lo que esperabamos pero aún así el simple hecho de estar en cintacto con el mar y con la naturaleza que nos rodea nos vamos contentos de regreso a casa riendonos y contandonos las experiencias vividas y con la esperanza de que al día siguiente suba el oleaje y las condiciones mejoren.


Una vez en casa y ya una vez relajado recuerdas los buenos momentos vividos y te acuestas con la ilusión de que mañana mejoren las condiciones y podamos tener una buena sesión de surf.

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